El sentido de crear una marca con propósito

abril 11, 2025

El caso WeWork y el ego disfrazado de espiritualidad

La historia de Adam Neumann y WeWork no solo es fascinante, sino también dolorosamente aleccionadora. La sigo con atención porque, justo ahora, estoy analizando el sector de los espacios colaborativos como parte de un proyecto que lideramos desde Feelingbrand. Queremos entender cómo aportar valor verdadero en este tipo de modelos. Pero también queremos evitar caer en lo mismo que tantas veces hemos visto: empresas que nacen de una visión bonita, pero se hunden por falta de coherencia interna.

Cuando el ego se disfraza de branding

Adam Neumann tenía algo magnético. Transformó una inmobiliaria con diseño atractivo en un movimiento global. No vendía escritorios, vendía un estilo de vida. Un sentido de comunidad.
Y durante un tiempo, funcionó.

Pero detrás de esa narrativa inspiradora se escondía algo muy distinto: una cultura empresarial sin raíces reales.
WeWork se llenó de frases como “elevar la conciencia del mundo”, mientras perdía millones cada mes, tomaba decisiones erráticas y se llenaba de contradicciones éticas. El resultado: un negocio sobrevalorado, un liderazgo tóxico y miles de personas afectadas cuando todo se desplomó.

¿Y por qué me mueve tanto esta historia?

Porque en Feelingbrand llevamos años ayudando a empresas a construir marcas con sentido.
Y no desde el marketing de moda, ni desde la “espiritualidad” de cartón piedra, sino desde lo más difícil de lograr: la coherencia entre lo que una marca dice, lo que hace y lo que realmente ES.

Hemos visto cómo muchas organizaciones inician con buena intención, pero pierden el norte porque el día a día, las presiones del mercado y el ego disfrazado de visión las empujan a tomar decisiones desconectadas de sus principios.
Y cuando eso pasa, ni el mejor branding puede salvarte.

El branding no es la parte estética de un negocio. Es la parte estratégica y esencial.

Branding no es maquillaje, es brújula

Siempre lo he dicho:

El branding no es la parte estética de un negocio. Es la parte estratégica y esencial.

Es el sistema nervioso de toda tu cultura, tu mensaje, tu comportamiento y tu promesa al mundo.
Y ese sistema puede catapultarte o puede sentenciarte, dependiendo de qué tan conectado esté a un propósito real.

Cuando ese propósito está vivo, guía decisiones.
Cuando es solo discurso, se convierte en una máscara que se rompe en la primera crisis.

¿Qué aprendemos del caso WeWork?

No se trata solo de evitar errores, sino de entender el fondo:

  • El propósito no se improvisa. Se construye.
  • La coherencia no se comunica. Se practica.
  • Y el branding no es una historia bonita. Es la forma en que cada decisión refleja lo que realmente somos.

Un negocio con propósito no necesita adornarse, necesita enraizarse

Desde Feelingbrand hemos acompañado a empresas pequeñas y grandes a reencontrarse con su razón de ser. Y aunque cada proceso es distinto, hay algo que nunca cambia:

Cuando un negocio tiene claro su propósito, cada área encuentra dirección,
cada decisión encuentra coherencia,
y cada cliente siente confianza.

No se trata de parecer “elevado” o “inspirador”. Se trata de ser profundamente humano, profundamente útil y profundamente honesto.

 

Javier Pulido
CEO de Feelingbrand

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